Dr. Honorio Delgado: memoria y legado a 56 años de su partida
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Este 27 de noviembre recordamos un aniversario más del fallecimiento del Dr. Honorio Delgado, ocurrido en 1969, figura esencial en la historia de la medicina peruana y primer rector de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Nacido en Arequipa el 26 de septiembre de 1892, desarrolló una formación excepcional en psiquiatría, filosofía, biología, lingüística y educación, que dio origen al espíritu humanista que aún define nuestra identidad institucional.
Al evocar su aporte a la medicina, reconocemos a un pionero de la psiquiatría moderna y al primer difusor de las teorías psicoanalíticas en el Perú, además de ser uno de los introductores más tempranos de estas corrientes en el mundo hispanohablante. Su enfoque clínico, que unía la rigurosidad científica con una profunda sensibilidad humana, sigue guiando la labor académica y asistencial de nuestra comunidad.


Recordamos también al maestro que formó generaciones, al profesor que entendió la educación médica como un ejercicio de pensamiento crítico, ética y vocación de servicio. Su enorme producción intelectual —cerca de 400 artículos y 20 libros— continúa dialogando con nuestra tradición académica, manteniendo vivo su legado en cada aula herediana.
Su compromiso con el país trascendió las fronteras universitarias. En 1948, como Ministro de Educación Pública durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero, impulsó reformas orientadas a fortalecer la educación como base del desarrollo nacional. Años después, en 1961, junto con el Dr. Alberto Hurtado y un grupo de catedráticos, protagonizó la histórica renuncia a la antigua Facultad de Medicina de San Marcos, gesto que daría origen a la Unión Médica Cayetano Heredia. De ese acto nació nuestra universidad, a la que él lideró como su primer rector electo.
Hoy, al conmemorar un año más de su partida, honramos la memoria del Dr. Honorio Delgado con respeto y gratitud. Cada avance científico, cada profesional herediano y cada servicio a la sociedad refleja la huella de su visión. Mantener vivo su legado es renovar nuestro compromiso con la excelencia, la ética y la dignidad humana, principios que él nos enseñó a defender con convicción.









