Las vacunas no están vencidas
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El agua potable, el saneamiento ambiental y la vacunación son las medidas de salud pública de mayor impacto sobre la calidad de vida de la población. Desde que en 1796 Edward Jenner pusiera la primera vacuna, centenas de millones de muertes prematuras se han evitado y miles de millones de personas, al estar protegidas, dejaron de sufrir consecuencias de enfermedades, algunas de las cuales podían dejar secuelas de por vida.
Las vacunas contra la COVID-19 que se usan en el Perú y el mundo siguen siendo efectivas, contra enfermedades graves y muerte. Lo que nos muestran los estudios que se siguen haciendo, es que las vacunas son efectivas, pero su efecto se va reduciendo a medida que transcurre el tiempo desde su aplicación, por eso son necesarios los refuerzos. Al menos 20 millones de vidas se han salvado con la aplicación de estas vacunas.
En un caso nunca visto, la aprobación de vacunas que usualmente tarda entre 5 y 10 años, se hizo en menos de un año. Esto fue posible gracias a décadas de investigación, que permitieron pasar rápidamente a ensayos clínicos pues ya se conocía su seguridad en animales no humanos y su potencial eficacia.
Durante una emergencia sanitaria como la pandemia, las normas nacionales e internacionales obligan a los fabricantes a realizar estudios para establecer la fecha de vigencia de la vacuna y las condiciones de almacenamiento y uso, pero esto puede modificarse según los resultados de estudios posteriores. Por ejemplo, inicialmente, la vigencia de las vacunas de ARNm fue de seis meses, porque ese era el plazo que se podía asegurar con el tiempo que se había observado la estabilidad de la vacuna y los resultados iniciales, los que fueron revisados y aprobados por los reguladores (FDA, EMA, DIGEMID). Esta vigencia puede ampliarse dependiendo de los resultados de las pruebas de estabilidad que, en sencillo, indican si la vacuna mantiene o no sus características iniciales y, por lo tanto, siguen siendo seguras y eficaces para lo que fueron fabricadas. En la mayoría de las vacunas, hasta ahora, este periodo de vigencia, que inicialmente fue de seis meses, se ha ampliado hasta los 18 meses desde la fecha de fabricación. La autoridad nacional de medicamentos, siguiendo la regulación internacional y nacional, ha emitido las autorizaciones pertinentes. Los trabajadores de salud, especialmente las enfermeras, quienes juegan un rol central, saben que no pueden aplicar productos vencidos, así alguien se los ordene.
Ahora que ha aumentado el número de casos de COVID-19 es importante recordar que para reducir el riesgo de contagio es necesario tener buena ventilación (hogar, centros de trabajo y estudio, transporte, etc.); usar mascarillas en lugares cerrados y con aglomeración, especialmente para quienes viven con personas vulnerables, también los que tienen síntomas respiratorios; aislarse en su casa si tiene COVID-19; y lavarse las manos. Para reducir el riesgo de enfermar gravemente o morir debe estar al día con sus vacunas, especialmente importante para adultos mayores y personas con comorbilidades.
Para que una vacuna llegue a proteger a una persona ha pasado un largo proceso de investigación básica, clínica y de impacto, acuerdos internacionales, normas nacionales, políticas de Estado, adquisición, planificación y programación de las estrategias, población objetivo, transporte, almacenamiento, capacitación del personal, inoculación, etc.
La comunicación clara y oportuna, basada en evidencias, juega, como hemos visto en otros temas relacionados con la pandemia y como se hace en otros países, un rol fundamental. Las vacunas que se usan en Perú no están vencidas, nosotros tampoco debemos dejarnos vencer por la desinformación.
Dr. Ernesto Gozzer, epidemiólogo y coordinador de nuestra Maestría en Salud Pública y Salud Global