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Pérdida de memoria: Estrategias saludables para proteger el cerebro en la tercera edad

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El trastorno cognitivo leve (DCL) es considerado una fase intermedia entre los cambios de memoria normales asociados con el envejecimiento y las demencias más graves, como el Alzheimer. En esta etapa, las personas suelen notar dificultades en su memoria, como problemas para recordar eventos recientes, nombres o citas. Aunque estos cambios no suelen afectar significativamente su vida diaria, resulta necesario consultar con un  especialista.

El DCL es un estado intermedio «que nos pone en alerta para poder intervenir a tiempo a fin de que ese deterioro cognitivo no progrese, pero quisiéramos que exista una mayor conciencia de lo que vendría a ser la prevención de ese deterioro», señaló la Dra. Liliana Pando Fernández, especialista en neuropsicología, durante su participación en el programa Cayetanamente en Cayetano+, conducido por la Dra. Dany Araujo.

La Dra. Pando aclaró que no todas las personas con DCL avanzan hacia una demencia. Algunas pueden mantenerse estables o incluso mejorar con intervenciones adecuadas, como la estimulación cognitiva, el ejercicio regular, una alimentación saludable y realizar actividades sociales. «Podemos tener algunos percances, sobre todo en el cuidado de nuestras actividades, de repente de la vida cotidiana y a veces no tenemos las palabras necesarias para poder denominarlas. Es un fenómeno ‘punta de lengua’, usualmente así lo denominamos. Toca poner cartas en el asunto e intervenir a esa persona». La detección temprana y el seguimiento médico son fundamentales para manejar los síntomas y mantener la calidad de vida.

Características del DCL en adultos mayores:

  • Afectación de la memoria a corto plazo: Las personas con DCL, especialmente el tipo amnésico, suelen tener dificultades para recordar eventos recientes o detalles específicos, aunque pueden conservar recuerdos antiguos.
  • Dificultades en el lenguaje y la atención: Es común que tengan problemas para encontrar las palabras adecuadas o seguir conversaciones complejas, además de dificultades leves en la atención y concentración, sobre todo al realizar tareas múltiples.
  • Autoconciencia del problema: Los afectados suelen ser conscientes de sus dificultades cognitivas, lo que puede generar frustración o ansiedad. Esto los diferencia de los que padecen demencia avanzada, donde la autoconciencia suele disminuir.
  • Riesgo de progresión a demencia: Aunque el DCL implica un mayor riesgo de desarrollar demencias o el Alzheimer, el avance no es inevitable. Con intervenciones tempranas, algunas personas logran estabilizarse o incluso mejorar.
  • Posibilidad de mejora: En ciertos casos, con estrategias adecuadas como la  estimulación cognitiva, el ejercicio físico y una dieta saludable, el DCL puede permanecer estable o incluso revertirse parcialmente. La intervención del terapeuta ocupacional resulta muy importante.

Hábitos saludables para prevenir el deterioro cognitivo:

«Es importante que empecemos no solamente a tener hábitos que nos protejan, por ejemplo, la lectura, el ejercicio físico, actividades manuales, practicar idiomas, todo ello es estimulación cognitiva y desafía al cerebro día a día», indicó la Dra. Pando.

Entre los hábitos recomendados se encuentran:

  • Ejercicio físico regular: Mejora el flujo sanguíneo cerebral y favorece la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro de adaptarse y reorganizarse. Actividades como caminar, nadar o andar en bicicleta son altamente beneficiosas.
  • Estimulación cognitiva: Leer, resolver crucigramas, aprender un nuevo idioma o tocar un instrumento musical son actividades que mantienen el cerebro activo. Los juegos de memoria y otras actividades cognitivas también también fortalecen la función cerebral.
  • Interacciones sociales: Participar en reuniones, actividades de voluntariado o clubes reduce el riesgo de deterioro cognitivo al evitar el aislamiento y la depresión, ambos factores de riesgo para el DCL.