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Cayetano+ | Contaminación sonora: causas, consecuencias y formas de combatirla

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¿Sabías que la contaminación sonora es la segunda causa ambiental de enfermedades después de la contaminación del aire? Así lo advierte la Organización Mundial de la Salud. En Europa, más del 50 % de la población está expuesta a niveles de ruido superiores a los 55 decibelios durante el día, y cerca del 30 % sufre alteraciones del sueño por el ruido nocturno.

“Hoy convivimos con una contaminación sonora constante: desde el bullicio de las calles y el tráfico de Lima, donde muchos conductores usan la bocina sin necesidad, hasta los entornos laborales con maquinaria industrial. Estamos expuestos a ruidos que superan con facilidad los 60 decibelios, lo cual ya representa un riesgo para la salud. No se trata solo de molestias momentáneas, sino de un impacto real en nuestro bienestar físico y mental”, señaló Gabriela Llorca, nuestra egresada de Tecnología Médica en la especialidad de Terapia de Audición, Voz y Lenguaje, en el programa Tu salud en Cayetano, conducido por el Dr. Leslie Soto.

La especialista advirtió que, al estar expuestos diariamente a ruidos intensos nuestro cuerpo poco a poco se acostumbra y deja de alertarnos sobre el daño. Esas son señales de advertencia. Pero con el tiempo, si vivimos constantemente en medio del ruido, dejamos de sentir esas molestias, aunque el daño persiste. Por eso es fundamental reconocer el problema y buscar formas de reducir su impacto en nuestra vida diaria.

La contaminación sonora puede afectar seriamente la salud de las personas, incluso sin que lo notemos. La exposición constante a ruidos fuertes puede generar altos niveles de estrés, dificultad para concentrarse y problemas para dormir. Con el tiempo, también puede dañar el oído, provocando pérdida auditiva o sordera. Se ha observado, además, que el exceso de ruido aumenta la irritabilidad y puede desencadenar reacciones de agresividad, afectando las relaciones sociales, familiares y el bienestar emocional.

El ruido impacta especialmente a poblaciones vulnerables como niños y adolescentes, que se encuentran en una etapa clave de desarrollo. La exposición constante puede generar dificultades en la comunicación y en el desarrollo del lenguaje, además de interferir con la concentración y el aprendizaje escolar.

Sobre el uso prolongado de audífonos, la especialista explicó que también constituye una forma de contaminación sonora, aunque en este caso la exposición es voluntaria. Es crucial prestar atención a este hábito, especialmente entre la población joven, que es la más expuesta al uso de estos dispositivos. El problema no radica en los audífonos en si, sino en su uso: por largos períodos prolongados y con volúmenes frecuentemente al 60 % , lo cual aumenta el riesgo de daño auditivo.

¿Qué hace única a la contaminación sonora?

A diferencia de otros tipos de contaminación, la acústica no deja residuos físicos ni permanece en el ambiente de forma tangible. Se trata de una alteración localizada que afecta directamente la calidad de vida en áreas específicas, como zonas urbanas de densamente pobladas o áreas industriales. Esta forma de contaminación está directamente relacionada con la actividad humana y se incrementa con el crecimiento urbano.

Más allá de los efectos sobre la audición -como el tinnitus, la sordera o el trauma acústico- el ruido puede afectar profundamente el bienestar físico y mental. Por ejemplo, puede aumentar la presión arterial, provocar taquicardias y elevar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Incluso ruidos por encima de los 45 decibelios pueden alterar el sistema nervioso y dificultar el descanso.

Durante la noche, la contaminación sonora afecta el bienestar psicológico, provocando estrés, fatiga, ansiedad, depresión, agotamiento mental e incluso histeria. También reduce la capacidad de comunicarse, concentrarse y memorizar, disminuyendo el rendimiento en el estudio, el trabajo y otras actividades cotidianas. En casos extremos, la exposición prolongada puede desencadenar conductas agresivas o violentas.

¿Cómo combatirla?

Las soluciones para combatir la contaminación sonora o acústica se dividen en  preventivas y curativas:

  • Soluciones preventivas: buscan reducir el ruido desde su origen. Por ejemplo, peatonalizar calles elimina el tránsito vehicular y, con ello, gran parte del ruido ambiental.
  • Soluciones curativas: intentan mitigar el impacto del ruido ya presente. Esto incluye el uso de tapones para los oídos o ventanas con aislamiento acústico, que reducen significativamente el sonido del tráfico en el interior de las viviendas.

Gabriela Llorca enfatiza que la contaminación sonora es un problema urgente que requiere atención inmediata. Es fundamental tomar conciencia de sus efectos y promover, tanto a nivel individual como colectivo, medidas para reducir los niveles de ruido y proteger nuestra salud y la del entorno. Además, es indispensable que las autoridades del gobierno y las municipalidades se involucren activamente mediante campañas educativas que informen a la población sobre los riesgos del ruido excesivo y las formas de prevenirlo.